Hace algunas semanas, dos noticias aparentemente desconectadas me llamaron la atención. Por un lado, se publicaba en varios medios que la esperanza de vida en el Estado Español había superado, por primera vez en la historia, los ochenta años de media, en la línea de envejecimiento demogràfico común para prácticamente todos los países llamados desarrollados .
Por otro lado, se sucedieron las noticias, entrevistas y reportajes que cubrieron un hecho singular: la nominación como finalista y el posterior triunfo del blog “A mis 95” en los Premios BOBs (Best of Blogs) 1. Los premios BOBs se presentan a veces como los “óscar” de los weblogs y lo otorga la cadena de televisión alemana Deustche Welle . El blog “A mis 95” fue terminó consiguiendo el galardón al mejor blog de la categoría de blogs en lengua española, por delante de blogs de mucho mayor impacto y trayectoria 2. ¿La clave? “A mis 95” es el blog de María Amelia, una gallega que vive en la localidad de Muxia, a quien hace casi un año su nieto decidió que el mejor regalo para su 95 cumpleaños era un weblog. Desde entonces María Amelia se ha hecho una bloguera asidua, que disfruta explicando su particular visión del mundo, sus opiniones y su día a día, convirtiéndose en toda una celebridad digital.
El envejecimiento de la población española o europea es un hecho innegable y para el que difícilmente pueden encontrarse paliativos. Más allá de poner en marcha medidas que fomenten la natalidad o de eventuales alteraciones de las leyes de inmigración, lo cierto es que el envejecimiento demográfico es un hecho y una consecuencia lógica –y deseable- del proceso continuado de mejora de las condiciones de vida de nuestro entorno. Lo que ocurre es que, como sociedad, tenemos serias dificultades para gestionar esta tendencia poblacional. Por un lado, es difícil compensar los efectos tributarios de una modificación tan marcada de la pirámide poblacional. Por otro –y esto es lo que me interesa en este breve artículo- en nuestro contexto occidentalizante y cada vez más hegemónicamente urbano, nos cuesta encontrar espacios donde los ciudadanos senior puedan jugar un rol relevante en el conjunto de la sociedad.
A menudo se destaca que uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra tercera edad es su progresiva invisibilidad en la dimensión pública. Idealmente, una persona que llega a los 65 años debería poder asumir un alto grado de proyectos y acciones de carácter social o público. Estas personas, una vez jubiladas y liberadas de la mayor parte de sus obligaciones y responsabilidades como trabajadores o como progenitores, pero aún mayoritariamente en plena madurez intelectual, estarían en condiciones de asumir un importante protagonismo público. Y sin embargo, nuestros modelos culturales y sociales tienden a apartarlos, a ocultarlos y a prescindir de ellas.
El ejemplo de la ya famosa y multimediática María Amelia es interesante, pero no por anecdótico, sino por modélico. Internet y las TIC se asocian con demasiada frecuencia a la juventud o al mundo del negocio, pero esto no necesariamente debe ser así ni está prescrito. Internet, como hemos tenido ocasión ya de aprender, es un entorno plural, polifacético y tremendamente dúctil para cualquier idea, colectivo o iniciativa. Tan importante, estratégicamente, para una sociedad, es preparar a los jóvenes para que usen –y aprovechen- las nuevas tecnologías, como fomentar su uso entre personas mayores, que corren aún un riesgo mayor de quedarse al otro lado de la llamada brecha digital .
El ejemplo de María Amelia nos demuestra que la aproximación de la tercera edad a Internet debe hacerse teniendo en cuenta sus propias motivaciones. Que la pedagogía a utilizar deberá ser diferente y específica, y no la que se utiliza para otros grupos. Y que de lo que se trata no es de enseñarles a utilizar una máquina, sino de enseñarles cuántas cosas interesantes pueden hacerse con ellas. En una sociedad como la nuestra, con déficit de servicios y espacios públicos orientados al colectivo –creciente- de la tercera edad, Internet puede ofrecernos un espacio de acción enriquecedor, de vertebración intergeneracional, y puede ayudar a visibilizarles y prestigiarles públicamente. Con ello, la sociedad en pleno saldría ganando. Incluso los que no pretendan llegar a viejos.
Notas1http://www.thebobs.com/ 2http://amis95.blogspot.com/
La versión en español de este artículo ha sido preparada en enero de 2007 para su publicación en la revista electrónica Razón y Palabra, para su número 60. El post original, en catalán, es “Majors digitals” y fue publicado originalmente en el Diario de Ibiza.